Mientras tanto, la ciudad se derrumba…

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EDITORIAL

POR: JUAN CARLOS CERÓN

 

La mirada cómplice e indiferente no puede ser lo general -lo que prevalezca- en la terrible y angustiante situación por la que atraviesa Cartagena.

 

El más reciente reporte entregado por el INS, Instituto Nacional de Salud, revela que 29 personas murieron y 344 han sido contagiadas desde que se registró el primer caso del entonces coronavirus ahora COVID-19.

 

Las cifras son alarmantes comparándolas con el resto del país.

 

Desde que inició la pandemia la administración del alcalde William Dau Chamat, ha sido un mar de improvisaciones. Justificando contratos como el de la App Cuidémonos, sabiendo que el gobierno Nacional había creado una gratuita; Veneplast, reconocida en la ciudad por suministrar artículos de papelería y oficina, de un momento a otro, resultó ser la idónea para el tema de los mercados y que decir de la compra de las pruebas rápidas para COVID-19 a costos super elevados que hasta despertaron a la dormida y “encopetada” Funcicar.

 

Son muchas las improvisaciones también en el tema de la logística para la entrega de los mercados, varias comunidades vulnerables aún no han recibido ni una panela.

 

Secretarios denunciados en redes sociales por habitantes de “hacer política” entregando las ayudas. También secretarios como el de Participación Ciudadana Ármando Córdoba -quién cayó en paracaídas a la campaña de William Dau Chamat, semanas entes de la elección de alcalde- se cree con derecho de hacer y deshacer en la administración distrital.

 

 

El director del Dadis, Departamento Administrativo Distrital de Salud, Álvaro Fortich, se especializó en entregar diariamente las cifras de muertos y contagiados, al mejor estilo de un presentador de televisión, pero pocas han sido sus acciones para mitigar, controlar, detener el COVID-19 en Cartagena.

 

¿Dónde están las camas y Unidades de Cuidados Intensivos para atender a los contagiados que ya suman centenares?

 

Puras promesas; “ya está adecuado un piso en el Hospital Universitario del Caribe para atender los contagiados”, “vamos a poner un barco hospital”, puro cuento, nunca hubo un barco hospital y el piso en el Hospital Universitario sí existía, pero sin los requerimientos necesarios -respiradores etc- para atender pacientes delicados.

 

 

Perdimos el tiempo

 

Mientras la mayoría de las ciudades aprovecharon la cuarentena, para buscar planes estratégicos con el fin de  avanzar una vez el gobierno del presidente Iván Duque la levantara -armando campamentos con toda la dotación para atender enfermos, comprando respiradores (cantidades específicas de acuerdo al número de la población) y armando por centenares Unidades de Cuidados Intensivos, en Cartagena, el alcalde William Dau Chamat, adelanta una campaña de populismo barato, tratando de pendejos a todos los ciudadanos, dando tumbos a la hora de elaborar un simple Pico y Cédula y como si fuera poco, convocando a la ciudadanía mediante un penoso concurso a que lo ayuden a realizarlo porque sus asesores -quienes ganan millones de pesos- no lo pudieron hacer. Cuando en la ciudad han muerto decenas de personas él -el mandatario local- con una sonrisa descarada, asegura que el premio para el ganador será subir a darle cuerda al reloj de la Torre del Reloj, hacer un video y montarlo a sus redes sociales.

 

 

No hay duda de que perdimos el tiempo. El gobierno nacional aun no ha dicho que seguirá el aislamiento preventivo obligatorio después del 11 de mayo y el “Nostradamus” advirtió que lo extenderá dos semanas más ¿basándose en qué? En predicciones.

 

Como si fuera poco alentador este panorama, la economía se derrumba a pedazos como la ciudad. Mantienen a la gente en sus casas con promesas de mercados que no llegan, sin derecho a trabajar para sostener a sus familias y sin un plan de la administración, para hacerse cargo como en otras ciudades del pago de los servicios públicos para los estratos 1,2 y 3.

 

 

Gastaron millones de pesos en publicidad beneficiando a los grandes medios justo antes de la cuarentena para que la gente pagara los impuestos y convocaron -engañaron- a periodistas independientes para que les ayudaran a divulgar todo lo concerniente al coronavirus con la promesa de una publicidad que nunca llegó. Pero la publicidad sí se emitió en portales y programas radiales.

 

 

Claro, pero cómo va a saber el alcalde Dau que la mayoría de la gente vive del rebusque en Cartagena, si él trabajaba en los Estados Unidos. Para eso tiene asesores.

 

 

¿Dónde están los que dicen querer a Cartagena?

 

Mientras Cartagena se derrumba, como se derrumbaron los edificios construidos por los Quiroz, muchos que apoyaron decididamente la llegada del “antimalandrín” ahora miran para otro lado.

 

 

¿Dónde están los grandes medios de comunicación a nivel nacional que ayudaron a que la gente votara por el alcalde William Dau Chamat? ¿Dónde están los industriales, los gremios?

 

 

Le celebran que hijueputié a los concejales, que diga que va a meter a la cárcel a los malandrines -no ha metido al primero- que se la pase en retractaciones, que contrate funcionarios para luego destituirlos.

 

 

En cuanto al secretario del Interior David Múnera Cavadía, debo decir que tenía el mejor concepto. Creía que en realidad quería a Cartagena, cuando en el concejo, se enfrentaba decididamente a los corruptos, denunciaba irregularidades y ahora, parece, que todo eso se le olvido.

 

 

Dónde están los organismos de control, que promulgan a diario que no van a permitir irregularidades especialmente en la pandemia de COVID-19.

 

 

Debo decir, para terminar, que los dos pilares fundamentales en que se basó William Dau Chamat en su campaña para llegar a la alcaldía de Cartagena -lucha contra la corrupción y acabar con la pobreza- se derrumbaron y la ciudad está casi a punto de colapsar.

 

 

No le echemos más la culpa de la improvisación a la pandemia. ¿Acaso Barranquilla, Medellín o Bogotá estaban preparadas para afrentar el COVID-19 y sus consecuencias? No, ningún mandatario.

 

 

La verdad me da mucha tristeza que el argumento de las bodegas -cuentas falsas creadas para atacar a los detractores de Dau- y algunos pocos seguidores del mandatario, para defender lo indefendible, siga siendo que los periodistas o críticos de su administración no tiene ni tendrán OPS.

 

 

Mientras tanto, la ciudad se derrumba y todos miran para otro lado.

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