Opinión
Por: Tamaika Talía
“siempre hay algo de locura en el amor, pero también hay siempre una cierta razón en la locura” Friedrich Nietzsche.
La tendencia hoy en día, por lo que veo y escucho de muchas mujeres, y debo aceptar que muchas veces también lo he expresado, es que los hombres están cada vez mas histéricos, que no saben lo que quieren, que no quieren un compromiso, que no están listos, que andan muy inmaduros y sobre todo que desaparecen sin mayor reparo, en muchos casos es posible que así sea, que hayan hombres no resueltos, sin habilidades emocionales y hasta confundidos a los que han llamado “narcisistas del siglo XXI” trastorno en que las personas, en este caso los hombres, tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás. Pero ¿será que realmente ahora los hombres están trastornados en su mayoría? Porque si analizamos bien, son personas funcionales en sus trabajos y además no se ha reportado una estadística que refiera tal comportamiento como alerta en estos tiempos. Quiero exponer mi experiencia como una reflexión que puede ser útil para muchas mujeres, que muy seguramente al igual que yo, pensábamos insistentemente, al punto de llegar al desconcierto sobre nuestra propia responsabilidad, y ahí está la clave.
Estos han sido un par de años difíciles para muchos en muchos aspectos y para algunos, como en mi caso de grandes retos y situaciones que me llevaron a la necesidad de hacer terapia, sobre mi “necesidad” siempre pensé que solo quería resolver o encontrar razones a la pregunta “¿Por qué me pasan ciertas cosas tan increíblemente randon? Que tanto sobre mi personalidad influye para terminar metida en situaciones inimaginables, de película. Junto con mi psicóloga hablamos de todo, de nada y de mucho, buscando saber que era eso que me ponía en aprietos, hasta que un día me dijo “nosotras hemos hablado de todo, menos de su vida amorosa, porque no me cuenta sobre eso” y mi respuesta fue, “no Doc, ese aspecto para mi no es lo mas prioritario en mi vida”, ella se sorprendió y me dijo, vea Tamaika, las relaciones sentimentales son el principal motivo de consulta, como no va a ser el suyo.
Y en efecto mi vida amorosa es un total despelote, pero siempre pensé que era culpa de los hombres, que no podían con una mujer independiente, inteligente, importante, sin necesidades de nada, absolutamente resuelta, admirable y demás adjetivos positivos posibles, pero, sobre todo, capaz en todos los sentidos, y fue cuando empecé a pensar que en mi historia ¿quién era el narcisista? Luego de varios debates internos, pero en especial, luego de una conversación bastante interesante con un “casi algo” entendí que ese rol lo tenia yo, aun no logro identificar de donde viene, pero he empezado a aceptar que hay comportamientos narcisistas (feministas) que envían un mensaje distorsionado y que es recibido por los hombres como “la no necesidad”.
No se trata de iniciar un debate sobre derechos o deberes, igualdades o poderes, liderazgos o sometimiento, maltratos o abusos, mucho menos violencia, pero estoy presintiendo que algo tiene que ver el discurso feminista en lo que padecemos hoy muchas mujeres a la hora de querer construir una relación igual a la paz de Colombia “estable y duradera”.
Nuestro comportamiento empezó a cambiar desde hace algunas décadas, pasamos de ser las damiselas en apuros, las princesas en cuentos de hadas, a las heroínas de las películas, obligamos a las productoras a dejar de mostrarnos como débiles o sumisas, enamoradas y vulnerables, románticas y necesitadas, como si fuese pecado creer en el amor eterno, o escuchar las melodías de Chopin en nuestros sueños de amor, nos dijeron que era de niñitas eso del rosado, que no podíamos ser unas bobas enamoradas y que ellos debían tener toda la carga de la búsqueda, que si no te escriben tu no escribes, si no te buscan tu no buscas, que no puedes ser “toxica” ni mucho menos “intensa”, que pagar la cuenta era de corajudas y que este tema del amor romántico nos hace débiles y nos muestra vulnerables, ¿acaso el amor no es entrega, compromiso y lealtad? El amor es incondicional, es construir, el amor es incoherente, irracional, e ilógico, como podemos explicar el amor. En las series, las películas, los libros queda claro que lo mejor que nos puede pasar es enamorarnos, que nuestras vidas cobran sentido cuando nos enamoramos. Descartes afirma que “las pasiones son intrínsecamente buenas y que todo lo que tenemos que evitar es su mal uso o su exceso”. Pero ¿hay lugar para el dolor en el amor? Tamara Tenembaum, recobra el concepto de la vulnerabilidad y nos dice que “al momento de crear un vínculo somos vulnerables”, que nos podemos quebrar, que quedamos expuestos ante el otro, tenemos que aceptar que el dolor es parte de la investigación emocional de la vida y es clave para descubrir cosas que no sabíamos de nosotros mismos, en sí, abrirse a alguien y resultar herido forman parte del amor, decidir amar es aceptar el dolor, pero no tiene que ser precisamente así, es inexplicable enamorarse, pero dicen los filósofos que es un misterio lo que nos hace amar, que es la sorpresa de hallar en un extraño un aspecto profundo de nuestro ser, una extraordinaria sensación de intimidad, amistad y pasión, el amor es una contingencia total y nadie sabe porque pasa, eso nos vuelve profundamente débiles. Hoy en día estamos llenos de aplicaciones para conocer personas, la oferta es alta, sin embargo conectar con alguien es un milagro, estamos queriendo racionalizar el amor y dejarle al algoritmo a quien amar, refinamos nuestros deseos y nos obligamos a ser cada vez más exigentes, el problema es que la racionalidad entra en conflicto con el concepto del amor, amar a alguien no es un método racional, la idea de amar es una emoción inexplicable que aparece con muy poca información y que convierte en única a la persona amada. ¿En qué momento el feminismo destruyo, acabo por completo con el romanticismo? ¿porque “feminismo y romanticismo” no pueden ser conjugados en la misma oración? ¿En qué momento exigir respeto, espacios, liderar y acceder a cargos de poder se volvió anti-romance?
Saquemos el feminismo de la ecuación de nuestra vida romántica, permitamos ser, dejemos ser al amor, amemos como siempre nos han enseñado, con el alma, sin corazas ni escudos, dejando ver nuestros puntos débiles, nuestras heridas aun en cicatrización permitiendo que sea el amor quien las sane, las heridas preceden a los nuevos amores, trabajemos en nuestras habilidades emocionales y dejemos a Chopin hacer su entrada cada vez que alguien nos toque el alma.