OPINIÓN
Por: Tamaika Talia
He querido abordar este tema desde hace algún tiempo, pero siempre me había dado temor no encontrar las herramientas gramaticales necesarias para que el significado de cada palabra no desviara mi intención, que más que incomodar busca reflexionar.
No es correcto pensar que cada quien tiene su ética y que lo que para unos es malo, para otros pueda ser bueno, la humanidad ha construido y desarrollado desde hace muchos siglos la ética y no ha sido una construcción individual, este es un ejercicio comunitario, coincidiendo por ejemplo en que asesinar no es correcto, que nadie tiene el derecho, por muy que sea su forma de pensar, de quitarle la vida a otro y fue entonces cuando la vida empezó a tener otro valor, de esta misma forma se han considerado otros aspectos que han resuelto la convivencia en sociedad, en comunidad, como pueblos.
Un día escuche a alguien hablar sobre en el mito del anillo de Giges y de inmediato decidí investigar sobre esté, es mencionado por el filósofo Platón en el libro II de la república – “dicen que era un pastor que estaba al servicio del entonces rey de Lidia. Sobrevino una vez un gran temporal y terremoto; abriose la tierra y apareció una grieta en el mismo lugar en que él apacentaba.
Asombrado ante el espectáculo, descendió por la hendidura y vio allí, entre otras muchas maravillas que la fábula relata, un caballo de bronce, hueco, con portañuelas, por una de las cuales se agacho a mirar y vio que dentro había un cadáver, de talla al parecer más que humana, que no llevaba sobré más que una sortija de oro en la mano; quitosela el pastor y saliose…estando, pues, sentado entre los demás dio la casualidad de que volviera la sortija, dejando el engaste de cara a la palma de la mano; inmediatamente cesaron de verle quienes le rodeaban … intento para comprobar si efectivamente tenía la joya aquel poder y otra vez ocurrió lo mismo”- una vez confirmado el poder del anillo Giges se hizo parte de los informantes del rey, sedujo a su esposa, ataco y mato con su ayuda al rey y se apodero del reino.
Según Glaucón, – nadie es justo de agrado, sino por fuerza y hallándose persuadido de que la justicia no es buena para él personalmente –
Lo que me llevo a preguntarme, realmente somos justos? Y de que seriamos capaces si supiéramos que podemos ser invisibles por momentos? Entonces la cosa no se responde tan fácil. Siempre he dicho que no hay nadie cien por ciento malo, ni nadie cien por ciento bueno, la mayoría de alguna u otra manera logramos un balance, somos capaces de tener autocontrol y podemos ser parte de una sociedad, de una comunidad, logramos tener la capacidad de conducir los pensamientos hacia el bien y anteponer las virtudes, ya sea que lo hagamos por fe o por la construcción de un carácter positivo.
Ser invisible podría asemejarse a otros poderes, que en mi opinión, podrían tener el mismo efecto que ese anillo de Giges, el poder de sentir que puedes hacer cualquier cosa, que tienes las puertas abiertas para usar las herramientas necesarias a tu favor y entonces desbalancear la balanza, tener algunos poderes es casi como tener la posibilidad de darle vuelta al anillo, el dinero genera poder, la información tiene poder, la belleza te da poder, la autoridad entrega poder coercitivo, y estoy segura que hay muchas otras formas de poder que pueden volver invisible ante la justicia.
Será que realmente no somos justos por excelencias, si no que somos justos por temor al castigo, a la represalia o al rechazo social? Cuando se habla de ética, todos levantamos la mano y consideramos que es muy importante, esto nos genera estatus, academismo y hasta valor, entendemos que se debe actuar con justicia, prudencia y fortaleza, pero que tan coherente somos? La ética trata sobre la formación del carácter y esa debería ser una materia de suma importancia, ya que es significativo construir un buen carácter desde niños que nos sirva para ser buenas personas, con empatía, compasión y solidaridad, pero para esto es primordial entender los valores que nos ayudan a ir en el sentido correcto, que nos dan excelencia para recibir los dones para saber usarlos y potencializarlos.
Si queremos una mejor ciudad, no se trata solamente de decirlo, también debemos quererlo, ya que estas son construcciones que se hacen desde los pueblos, entre las personas cuando entendemos que asesinar, robar o ser corruptos no son buenas acciones y decidimos no callarlas, todos estos temas están en nuestras manos, somos nosotros mismos quienes debemos construir el carácter de nuestros pueblos, reflexionar nosotros mismos como sociedad y preguntarnos qué es lo que queremos? Convencernos de que es lo que realmente debe ser prioridad para avanzar en nuestro desarrollo sostenible de ciudad y permitirnos tener conciencia de los fallos, de los errores y volver a trabajar en lo positivo, ya que estos son procesos son de larga fecundidad, estamos condenados a ser coherentes a ser ejemplares, la humanidad ha aprendido a través de la historia sobre la libertad, la igualdad y respeto mutuo, si nos respetamos y logramos que nuestros hijos entiendan el significado de la ética, de ser justos, de no dañar y ayudar, estoy absolutamente segura que la lucha contra el poder que degenera la sociedad no sería tan grande.
La ética es forjarnos un carácter que nos impida ser seducidos por el poder del anillo, que nos aleje de la tentación y nos permita actuar con conciencia en esos momentos de debilidad, que nos de coherencia y sobre todo la capacidad para elegir ser siempre justos, por muy injustos que tengamos la oportunidad de ser.