Opinión
Por Fredy Machado
Abogado
A Ruben, que lo sufre. A La Dra Ballen y la Dra Liliana de Asonal.
El Nemqueteba es un Edificio muy antiguo, ubicado en todo el corazón dé Bogotá y es allí donde funcionan los Juzgados Laborales y de Familia. El Nemqueteba, hoy por hoy, es el Edificio de los excesos y la sobrecargas.
La sobrecarga la representa ese peso acumulado que soporta su estructura tanto por el mobiliario de las oficinas de los Juzgados como por esos estantes cargados de voluminosos procesos y por ese infernal tráfico de usuarios y público que suele visitarlo en procura de acceso a la administración de justicia.
A su vez, los excesos corresponden a la falta de capacidad de respuesta de los juzgados que allí funcionan por su limitada planta de personal. Es evidente que se necesitan más Juzgados pues los existentes no dan abasto a la exagerada demanda de justicia.
En ese contexto, y teniendo en cuenta la fotografía en horas de oficina de las largas filas de usuarios y abogados que acuden al viejo Edificio, el Nemqueteba está por convertirse -Dios no lo quiera- en una crónica de una tragedia anunciada.
La sola posibilidad de que se descarrile totalmente -o se descuelgue- uno de sus ascensores, equipos tan obsoletos como la vetusta edificación de la Carrera 7a, no resulta tan descabellado. Los cuatro ascensores son aparatos que ya cumplieron su término de vida útil y desde luego, no son eternos.
Lo cierto es que ante la gran afluencia de público, los ascensores constantemente nos están dando señales de cansancio del metal y urge la intervención de la autoridad competente ante esta terrible emergencia. Incluso, se escuchan leyendas de pasillos que dan cuenta sobre personas atrapadas, sobre los que experimentaron un descontrol de los ascensores y deambularon en caída libre varios pisos y hasta los que describen los ruidos del monstruo en reposo.
Señores de la Judicatura: no estamos exagerando y es su deber intervenir. Los usuarios y el público les constan lo aquí afirmado pues ellos conviven con los servidores judiciales la tragedia de ingresar y deambular en esos “diablos” a los que llaman ascensor…
Y, lo peor es que en el piso 22, más cerca de Dios, no hay servicio de ascensores. Pero, no hay dudas de que Dios protege al Nemqueteba, a los Judiciales, a los usuarios, a los abogados litigantes y también a sus dependientes. No podemos seguir exigiendo más suerte a nuestra suerte pues el exceso de improvisación nos recuerda la tragedia del Palacio de Justicia de Cali.
Es impresentable una situación de estas magnitudes y ya que todos están notificados: ¡por favor soluciones! La improvisación no puede derrotarnos…
Y que Dios siga protegiendo al Nemqueteba.