OPINIÓN
Por: HORACIO CORREA GARRIDO
El día 27 de octubre de 2019 Cartagena se vio sorprendida por la impensada elección de WILLIAM DAU para llevar por cuatro años la responsabilidad de administrar el destino de una ciudad saqueada por una casta de filibusteros modernos, muchos ciudadanos avizoramos que grandes cambios se aproximaban por la sola derrota de las Mafias Políticas. El discurso parco pero firme del electo alcalde quién en campaña se comprometió acabar con los corruptos, a quienes coloquialmente denominaba “Malandrines” nos ilusionó.
Formar un Gobierno traslúcido con personas de reconocida honorabilidad, producto de una selección meritocrática en donde primara la ética, la formación profesional y el compromiso con la ciudad, fue una de sus primeras propuestas con la cual los ciudadanos de bien teníamos afinidad, se vislumbraba por lo esbozado por nuevo alcalde la luz al final de un túnel plagado de bodrios, que mejoraría el nivel de vida de los habitantes de Cartagena.
Llegó el día de las concreciones y la ciudad empezó a cambiar la ilusión por incertidumbre, la sonrisa por una mueca de rechazo, la meritocracia por el clientelismo, la ética por neo-corrupción, volvieron a administrar recursos del pueblo quienes aún no han respondido por delitos contra la Administración Pública endilgados en el pasado no lejano.
Hoy nos enfrentamos a la disyuntiva si fue peor el remedio que la enfermedad, la ciudad se aletargó producto de las imprecisiones administrativas, la carencia de carácter del Alcalde en dar solución a la incompetencia, a la corrupción, o lo que es peor, la simbiosis de estos dos flagelos. Cartagena es una ciudad con diferencias económicas y sociales muy marcadas, con sectores que todo lo tienen y otros que todo les falta, que amerita un trato cauteloso para poder palear las necesidades de los pobres absolutos.
Cartagena requiere un plan de acción urgente en donde se prioricen las necesidades más sentidas de nuestra población, debido a que nos enfrentamos ahora a una pandemia que no distingue nivel socioeconómico, raza, ubicación geográfica ni otras clasificaciones distintas. Para atender a la población afectados necesitamos:
-Atención hospitalaria de alta complejidad, para lo cual sería oportuno contar con el Hospital Universitario habilitado; sin embargo, se encuentra intervenido por el gobierno Nacional, por los desgreños infligidos y sin solución que garantice la vida tal como lo preceptúa nuestra Carta Magna. El gobierno Distrital debe exigir al ministerio de Salud la adecuación inmediata del Hospital Universitario, habida cuenta de lo imperioso que es tenerlo dotado de lo necesario en estos aciagos momentos.
-La ayuda Humanitaria no se ha administrado ortodoxamente, no se ha dado prelación a la población con pobreza multidimensional que en nuestra ciudad es de cantidades significativas.-La corrupción en tiempos del COVID-19 en nuestra ciudad se muestra igual o peor que en gobiernos pasados, el Alcalde Dau debe aplicar soluciones drásticas a cualquier atisbo de Corrupción, sin consideraciones dudosas, como hasta hoy se presentan.
En fin, William Dau debe erradicar la corrupción Administrativa de su Gobierno y rodearse de funcionarios idóneos sin favorecimientos burocráticos ni económicos como los acontecidos, evitando sanciones de los órganos de control que sometan a continuar con los encargos espurios.


