Una aproximación al personaje de Rubén Blades.
Por Fredy Machado
Abogado
“Pedro Navaja, matón de esquina/Quien a hierro mata/ A hierro termina”
-Ruben Blades-
Dicen que la inocencia se presume pero Rubén Blades, desde el minuto uno, lo condenó. El nombre, Pedro Navaja, tiene ese sabor de barrio guapo con avisos en los que se advierte: “transite por estas calles bajo su exclusiva responsabilidad”. Sin embargo, en su favor -en su rescate-, aparece Rousseau con la sentencia: “El Hombre nace bueno pero la sociedad lo corrompe”
Independientemente de la introducción, el nombre de Pedro tiene un origen muy antiguo y no sólo nos remite a la biblia sino hasta los orígenes de la Iglesia católica.
Y, Blades nos lo presentó en movimiento: “Por la esquina del viejo barrio, lo vi pasar…/Con el tumbao que tienen los guapos al caminar”. Esa sola imagen impacta y define a Pedro como un hombre seguro, muy informal y un verdadero habitante de las calles.
Luego, el relato continúa preñado de una infinidad de detalles… “Las manos siempre en los bolsillos de su gabán/Pa’ que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal/Usa un sombrero de ala ancha de medio lao’/Y zapatillas por si hay problemas salir volao’/
Lentes oscuros pa’ que no sepan qué está mirando/
Y un diente de oro que cuando ríe se ve brillando”.
Sin duda, nuestro Pedro es un hombre suelto y muy resuelto.
Y, decíamos que su nombre nos evoca el agreste ambiente de las zonas de tolerancia, los bares de “mala muerte” y Blades lo desnudó con todos sus secretos: “Pedro Navajas las manos siempre dentro el gabán/
Mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar”
Lo más elocuente es que como Pedro no tiene la academia suficiente para sacar el “38 intelectual” de la que tanto se jacta su autor, esta vez, el “38” lo aseguró la mujer y ella sí sabe para que lo usa “para que la libre de todo mal”
Y, como el bate de béisbol de la canción “Decisiones”, también el arma que porta la mujer, tiene una marca: “Smith & Wesson del Special”.
El desenlace fatal de Pedro lo conocemos todos en Latinoamérica, incluyendo, entre otros elementos, el apoteósico borracho, las duras recriminaciones de la mujer y ese dato cargado de realismo mágico que Blades añade como acto de cierre: “Y como en una novela de Kafka, el borracho dobló por el callejón”.
Es cierto, la vida nos da sorpresa y de nada sirve entrar a presumir formación en universidad de la calle o en excelsa academia, pues casi siempre la realidad está llena de finales macondianos.
La historia de la canción de Pedro Navaja, no es más que un pretexto que nos permite reafirmar aquello de que “hombre precavido vale por dos” pero la humanidad a lo largo de su historia siempre ha estado marcada por el plus del azar, lo fortuito e incluso, por el espíritu burlón de las cosas sencillas de que hablaba Luis Tejada.
Se nos ocurre ahora -continuando con la aproximación- que Blades fue injusto con la mujer pues ella también hizo méritos para el papel de personaje principal de la canción al estilo de
la dama de “Medias Negras” que atropelló a Chirino. Ella, la de Pedro Navaja, sin tanto despliegue y actuando con suma displicencia, mostró su “oficio” y la suficiencia de su astucia. Por eso resulta muy válida y oportuna, la cita de Gay Talese cuando en entrevista con Alberto Salcedo Ramos intentó descifrar las claves de los perdedores: “Es que todos somos perdedores. Es sólo una cuestión de tiempo…”
Y, es que los días de Pedro Navaja, tomaron el camino de ese ignoto callejón sin salida que es la muerte!
Es una desgracia la idea de morir cumpliendo una rutina, disputando una calle y lo peor, morir a manos de una mujer sin mucho cartel pero capaz de desdibujar la oscura grandeza de Pedro Navaja. Es tanta la decepción de la fémina que en trance de muerte le hace saber a su victimario lo triste de su final: “Yo que pensaba/ Hoy no es mi día/Estoy salá/ Pero Pedro Navaja tu estás peor/ No estás en na’…”
En definitiva, el conflicto de estos dos personajes, se centra en el encuentro de dos rutinas. O mejor: es el desencuentro entre una mujer de bajo perfil y un hombre suficientemente reconocido. Lo más significativo, si se nos permite, es que en las actas de levantamiento de cadáver la policía judicial no documentará como causa de la muerte, que se trató de una acción de “fuego amigo” y mucho menos, se validará la hipótesis de muerte por “accidente de trabajo”.
Decía Jorge Garcia Usta, con mucha frecuencia, que: “Aveces es mejor vivir en el anonimato, que en el desprestigio” Y, claro, como Pedro gozaba de un buen nombre, se lo jugó y como en la canción de Henry Fiol: “mala suerte!
El episodio nos deja una gran enseñanza: el día a día nos prueba a todos. Incluso, a las personas al margen de la Ley, y como nadie está blindado, se hace necesario seguir imponiendo la cultura de la desconfianza. Lo cierto es que no es nada fácil ser un “hombre malo” pues estos personajes viven al límite, asumiendo el riesgo de “morir en su ley” y guardando la esperanza de convertirse en “Leyendas”.
Invicto o no invicto, no cualquier Pedro tiene ese plus ni ese carisma, como para resultar inmortalizado en un canto de Rubén Blades. Lo mítico de Pedro es su aguaje, su ritmo y su manejo de las esquinas.
Solo resta decir, al final de esta aproximación, que el buen Pedro Navaja siempre vivirá entre los latinos y que su testimonio perdurará, a pesar de su adversidad y al margen de su fracaso. Desde luego, sin necesidad de esa inoficiosa segunda parte de la que hasta ahora tengo noticia.