Por: Fredy Machado
Abogado
A Ariadna Haydar Chams.
Los ambientalistas son, en potencia, unos “Pastorcitos Mentirosos”, pero en un modo distinto, y contrario, al necio joven de la fábula. Me explico: la confianza de los aldeanos en el Pastorcito se redujo y perdió vigencia en la medida en que el célebre Pastor prefirió apostarle a una lúdica perversa y optó por burlarse de sus conciudadanos con sus falsos anuncios, los que generaron unas alertas equívocas y desorientaron al colectivo.
Con los ambientalistas, de alguna manera, sucedió lo inverso. Ellos se cansaron de hablarnos del impacto del cambio climático y de los daños ecológicos causados por una conducta humana displicente y sin conciencia ecológica. Sin embargo, como los aldeanos de la fábula, nadie les creyó.
En Cartagena, si existe un ambientalista de raza, esa bandera la porta Rafael Vergara Navarro, un hombre auténtico e incansable en la defensa del medio ambiente. Rafa se cansó de hablarnos -y siegue hablándonos con autoridad desde su columna del Universal- de un Lobo Feroz que se manifiesta en la deforestación del mangle nativo y la apropiación del Territorio; en la contaminación que afecta los Corales de Isla del Rosario, incluso, en el peligro que se cierne sobre el arrecife coralino de Varadero en Tierra Bomba con ocasión de la búsqueda de un innecesario nuevo canal de acceso al Puerto de Cartagena; en la erosión del cerro de La Popa y la sedimentación de la bahía.
Pero, el Lobo de los ambientalistas, también mordió por los lados de nuestras principales ciudades, Bogotá y Medellín, urbes destrozadas por las fauces de la mala calidad del aire tal como lo confirman los altos indicadores de contaminación que determinaron la declaratoria de emergencia y la regulación del pico y placa ambiental.
En resumen, el Lobo también le muestra los dientes al Planeta y sus andanzas se evidencian en…
La progresiva desaparición de la fauna y flora.
La contaminación de ríos y mares.
La conversión en irrespirable de la atmósfera de muchas grandes ciudades por polución.
El aumento del daño en la capa de ozono.
La excesiva generación de CO2 y el efecto invernadero.
El ruido.
El aumento de la desforestación
El uso de productos químicos
Los desechos industriales
Las lluvias ácidas
Etc.
En el internet, que lo sabe todo, deambula una frase que se atribuye a Einstein y que tiene un alto contenido apocalíptico tanto como el efecto de las bombas atómicas con las que se asocia al genio alemán. La frase asegura que: “Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida; sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”
En ese contexto, la Justicia, a través de sus Cortes, se ha encargado de fijar una postura con conciencia ecológica, muy coherente con el sinnúmero de tratados que comprometen a nuestro Estado en favor de un mejor medio ambiente y que importantes leyes ratificaron en su momento, las que como Estado incumplimos sistemáticamente.
Insisto, en el escenario de la Justicia, el rol más importante lo ha cumplido la Corte Constitucional con sus distintos pronunciamientos, en los que se acogieron conceptos y avances sobre la temática ambiental en el escenario internacional y académico. Existe toda una importante línea jurisprudencial en esta temática. Los invitamos a revisar la Sentencia T-411 de 1992 Derecho a decidir un Ambiente Sano; la C-431 de 2000 Desarrollo Sostenible y Constitución Ecológica y la T-622 de 2016 Medio Ambiente Sano y Diversidad.
A su vez, la Corte Suprema de Justicia en la providencia STC 4360-2018 del 5 de abril de 2018, MP. Luis Armando Toloza Villabona, ordenó la protección inmediata de la Amazonía colombiana.
En la actualidad, se le ha dado un importante despliegue a la Sentencia de la Tutela que recomienda una política pública en materia de precaución ambiental por el peligro de extinción de las abejas (CNN https://cnnespanol.cnn.com/2018/11/30/juez-ordena-a-colombia-proteger-las-abejas-ante-amenaza-de-extincion/amp/?__twitter_impression=true y El Tiempo https://www.google.com.co/amp/s/www.eltiempo.com/amp/colombia/otras-ciudades/historico-juez-ordena-proteger-la-vida-de-las-abejas-en-colombia-298846).
La Tutela de las abejas tiene como precedente el fallo que ordenó la protección inmediata de la Amazonia colombiana en el entendido de que el Derecho a un Ambiente Sano no es un derecho colectivo sino un derecho fundamental que exige protección por un Juez Constitucional. La discusión jurídica se presenta con ocasión de su revocatoria por el Tribunal Superior de Cartagena, pero la discusión jurídica se mantiene en cuanto a si el Derecho a un Ambiente Sano es un derecho fundamental o un derecho colectivo dado que del excesivo formalismo de las acciones populares y la mora de sus términos descalifican tal herramienta para resolver una problemática tan urgente.
Lo cierto es que hoy, los ambientalistas, como los viejos generales, no están solos en sus laberintos pues en su favor empieza a consolidarse una jurisprudencia potente y muy bien orientada, la que posibilita un mejor escenario a las nuevas generaciones y al tiempo, permite estructurar una nueva cultura «ecocéntrica» capaz de conciliar un ambiente sano con los nuevos tiempos.
En definitiva, la moraleja de esta historia es que el «capitalismo salvaje» -el verdadero lobo-, nos obliga a pensar en el Planeta y no en países o fronteras. La defensa del medio ambiente es un deber urgente de la humanidad y nuestra misión como ciudadanos del mundo se centra en estar muy «abejas».